viernes, 9 de agosto de 2019

Identifica 3 grandes errores que puedes estar cometiendo con tus hijos

¿Sabías que las creencias inconscientes afectan mayormente a tus hijos que aquellas que quieres transmitirles conscientemente?


Las creencias son certezas que admitimos como verdades y pueden ser conscientes o inconscientes, racionales o irracionales. El sistema de creencias se establece sustancialmente en nuestra infancia. Las creencias son responsables de desgracia o bienestar.
   
Veamos aquellas que obstaculizan en mayor medida la función de los padres:

a. “Las palabras educan”

Aquello que hablamos a nuestros hijos tiene una incidencia mínima en sus vidas.

La información inconsciente es la que mayormente se transmite (97% de los procesos mentales), viene en los genes, se adquiere en la gestación y en lo vivido, especialmente en los siete primeros años. Se evidencia en la comunicación no verbal, en nuestros gestos, percepciones, hechos y reflejos.

Un ejemplo para entender lo anterior, podemos observarlo en el caso de una consultante que me comentaba que su madre siempre la obligaba a ir a la iglesia. Le decía que debía ir para que fuera una buena persona, y sin embargo la madre nunca iba. Aquella madre difundió en su hija la creencia de que era “una mala persona”, ya que (según la lectura de la hija) como la progenitora no “necesitaba ir” era una “buena persona”. La consultante vivía buscando quien “la hiciera buena”, o “salvarse”; había visitado cuanto templo y filosofía pudo. La creencia de que era “mala persona” la condujo a realizar “malas actuaciones”; confirmando la creencia, por supuesto.
Durante aquella consulta, nos dimos cuenta de que la madre odiaba a su padre (el abuelo de la consultante), lo consideraba una “mala persona”. Mi consultante estaba relacionada con este abuelo en el transgeneracional. La madre temía que su hija (la consultante) fuera como su padre, y en virtud de ello la obligaba a ir a la iglesia. Pero en realidad lo que esta madre le transmitió a su hija (consultante) fue justo lo que no reconocía de su padre: “es una mala persona”.

En suma, es esencial que tomes consciencia de que tus hijos no aprenderán a causa de lo que les digas, sino por lo que les transfieres consciente e inconscientemente y como reflejo de tu ejemplo.

b. “Mi hijo hará por mí lo que yo no he podido”

Seguramente al leer esta frase has respondido: “yo no hago eso”. Y a lo mejor así es; pero debes considerar que esta creencia es inconsciente y puede que la estés comunicando a tus hijos sin saberlo.
La proyección de tus frustraciones es un gran obstáculo para relacionarte con los hijos, ellos reciben la percepción de que los obligas, los sometes, lo cual puede derivar en actitudes de protesta continua e incluso violencia, o también en la reacción opuesta, en sumisión, inutilidad o suma obediencia. Tanto la actitud de rebeldía como la de sometimiento vienen a exteriorizar “el maltrato” al que se ven expuestos los hijos al sentirse manipulados o violentados.

Para que identifiques la presencia de esta creencia y tomes consciencia, lo primero es que observes las respuestas de rebeldía o sometimiento de tu hijo. No obstante, si requieres más certeza, hazte las siguientes preguntas: ¿Te sorprendes insistiendo constantemente a tu hijo para que cambie en algún aspecto? ¿te molesta o te incomoda grandemente su personalidad?, ¿les manifiestas constantemente tus frustraciones o, al contrario, nunca les hablas de estas?, ¿los manipulas para que estudien o aprendan algo que deseas pero que ellos no quieren, por ejemplo hacer algún deporte, arte o labor? ¿les reprochas actitudes, conductas o comportamientos que tu tenías cuando eras de su edad?, ¿te comparas con ellos y les transmites la idea de que eras un hijo ideal o de que nunca te equivocaste?

Un ejemplo de esta creencia se refleja de forma diáfana en la edad en que los hijos precisan escoger una profesión o carrera. Observamos padres demasiado involucrados en lo que debe estudiar; lo cual esconde una clara frustración. Los progenitores en esta etapa necesitan apoyar, no influir; invitar a la reflexión de los sentimientos del hijo y no decidir por ellos. 

Esta creencia la exteriorizan los padres cuando cantaletean o hablan mucho con sus hijos, buscando convencerlos mediante sugerencias, consejos o recomendaciones, les cuentan historias, los intimidan con posibles tragedias o consecuencias nefastas, quizás exigiendo o manipulando. Su propósito no es otro que lograr que se comporten o hagan lo que ellos quieren.

En suma, en la medida que hagas consciencia de las frustraciones que generan conflicto con tus hijos y te responsabilices de ellas, la relación y conexión con ellos mejorará, pues dejarán de sentirse violentados, sometidos u obligados.

c. “Hay hijos buenos y malos”

Dividir a las personas entre “buenos y malos” es una creencia que ocasiona grandes inconvenientes, puesto que representa una jaula de donde es bien difícil salir. Calificar a alguien con estas etiquetas es juzgarlo, sentenciarlo y condenarlo.

Tus hijos podrán equivocarse, tener patrones inadecuados o comportarse erróneamente, pero esto no los cataloga como “buen o mal hijo”. Esta es una creencia que establece prejuicios que nada o poco tienen que ver con nuestra naturaleza emocional. Veamos:

¿Cómo se califica qué es bueno o malo?

Observemos que cuando existe un padre o madre maltratador (físico o emocional), el hijo se siente amenazado constantemente, pero no puede huir o enfrentarse ya que teme ser abandonado o morir (instinto de supervivencia). Esto crea un gran problema en el hijo, pues acumula odio y resentimiento hacia el padre o madre. Cuando se sienta “fuerte” enfrentará al progenitor maltratador y es cuando se calificará de “malo”. Aunque igualmente puede adquirir la actitud de sometimiento (inmovilizarse), en cuyo caso puede calificarse como “bueno”.

Esto último nos da pie para mencionar la existencia de una sub-creencia de la creencia de que estamos hablando, por la cual ciertos padres consideran que aquel hijo que es obediente y no cuestiona, es el mejor hijo. Nada más equivocado, puesto que la sumisión y falta de cuestionamiento los hace manipulables, no solo por nosotros sino por todos los demás, lo que conlleva un enorme riesgo. Asimismo, también pueden convertirse en inútiles o en marginados.

A modo de ejemplo, en una consulta unos padres estaban muy preocupados porque su hijo mayor golpeaba constantemente y hacía maldades a su hermano menor. Los padres lo castigaban y obligaban a disculparse con aquel, y continuamente lo calificaban como “malo”. En el análisis global pudimos detectar que el mayor estaba celoso, una condición que es biológica y normal cuando nace un hermano. El inconsciente biológico detecta un posible abandono y por consiguiente lo percibe como “amenaza”. De hecho, y eso es también biológico, los padres tienden a proteger al más débil, o sea al menor.

Cuando los padres no son conscientes de esa circunstancia y descuidan al hijo mayor, los celos pueden llegar a ser patológicos. Adicionalmente, en el caso mencionado, el estudio transgeneracionalevidenció que el hijo mayor era el doble[1] del padre de la madre y el doble de la madre del padre, y resulta que ambos odiaban inconscientemente a ese progenitor. Debido a lo cual, los padres trasladaban el odio no reconocido al mayor de sus hijos. Este era el verdadero embrollo en la familia: el descendiente era un espejo de los respectivos progenitores y su comportamiento obedecía a una protesta como consecuencia de no sentirse querido. No era “malo”.

En suma, la etiqueta de ser “bueno o malo” puede conducir a que las personas se castiguen o castiguen, ocasionando que las emociones y sentimientos verdaderos se repriman, y terminen manifestándose, tarde o temprano, mediante proyecciones de manera inconsciente.




[1] Doble: Es una persona que tiene afinidad por fecha de nacimiento con otro miembro del clan familiar. Se constituye en doble cuando de forma directa o indirecta repite la experiencia de quién es doble.

Aparte tomado del libro
Guía para educar hijos felices


¡Te invito a compartir tus experiencias sobre el tema!







Escritora, Especialista y
Certificada en Bioneuroemoción© BNE
Twitter: luzentucamino26

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