"Haz lo que te de la gana". Esta es una expresión que, sí
es emitida en tono de disgusto transmite la idea de impotencia. Por su contexto,
se expresa con frecuencia en los casos en que no sabemos qué hacer con la
actitud de desacato de un hijo a una orden; razón por la cual, hoy la he tomado
como referente para reflejar las sensaciones de incapacidad de aplicar
disciplina a nuestros hijos.
Son muy pocos los padres que están preparados para serlo, el ensayo y error parece el método que tácitamente se emplea. De manera que me voy a permitir aportar algunas pautas acerca de los límites y su gestión emocional.
Por último, recuerden padres
que los errores de nuestros hijos son los propios, por eso es importante que
observe la realidad y la verdad por dolorosa que sea; no se puede a cambiar lo
que se desconoce. Busque ayuda cuando detecte que se siente incapaz de
modificar una conducta o comportamiento exagerado en sus hijos. ¡La solución
empieza por usted!
Luz Quiceno
www.luz-entucaminointerior.com
Son muy pocos los padres que están preparados para serlo, el ensayo y error parece el método que tácitamente se emplea. De manera que me voy a permitir aportar algunas pautas acerca de los límites y su gestión emocional.
Los límites son una de las bases
más importantes para que cumplamos adecuadamente con el papel de ser padres; siendo
esto último, educar los hijos para que salgan del nido con las herramientas
necesarias para desenvolverse, adaptarse y aportar a la sociedad; asimismo construir
su propia vida y familia. El establecimiento y cumplimiento de las normas o
límites son sin duda unos de los recursos más importantes en la crianza de los
hijos, son el apoyo donde cualquier padre puede asistirse y saber si está
haciendo lo correcto. Ante cualquier conflicto en su aplicación es primordial
que se anteponga el bienestar general antes que el particular.
¿Qué son los límites y para
qué sirven?
Los límites en una familia son
las reglas, normas, parámetros o lineamientos que conducen no solamente a la
sana convivencia, sino a enseñar a nuestros hijos: rutinas y hábitos saludables,
autonomía, responsabilidad, respeto y aprender a convivir socialmente, entre
otras. Por esto es fundamental que conozcamos las características para que sean
efectivos, veamos:
1. Establecerlos
Es sin duda el primer punto,
parece lógico; sin embargo, son muchas las familias que carecen de límites. Es
trascendental definirlos y acordarlos entre los padres; teniendo presente los
objetivos que enunciamos en el anterior párrafo. Observemos los ítems más
importantes a la hora de asentarlos:
- a. Antes que nada, es necesario que se consignen por escrito, más adelante se explicará la ventaja de hacerlo. Así que tomar papel y lápiz.
- b. Es conveniente empezar con pocos e ir aumentando o cambiando según la edad, las circunstancias y el temperamento de cada hijo. Teniendo presente que la cantidad debe ser la necesaria, pues si se establecen muchos, esto puede confundir a los hijos, también a los padres a la hora de aplicarlos, y si son muy pocos, quedaran aspectos a la deriva.
- c. Cada norma requiere tener una consecuencia (emplear este término en lugar de castigo) y un premio para cuando se adquiera el hábito de cumplirla. Recalcando que el premio es un reconocimiento y que no necesariamente son cosas físicas, puede ser una palabra, aplauso, etc. Lo que los padres requieren destacar es la adquisición de la rutina, la autonomía y la responsabilidad que aprende el hijo sobre sí mismo.
- d. La consecuencia debe ser coherente con la edad y con la falta cometida; es decir que se pueda cumplir y que eduque.
- e. Los limites requieren ser claros, concisos y coherentes, al igual que las consecuencias y premios. Los hijos los deben conocer y entender, conforme vayan creciendo.
- f. En los niños pequeños es importante fijar las rutinas, tales como: la hora de las comidas, de vestirse, de estudiar, de recrearse, etc. Si lo aprenden de pequeños, de mayores no tendrán dificultades en aplicarla ellos mismos. En los pre-adolescentes y adolescentes es importante fijar tiempos y momentos de salida, de estudio, televisión y actualmente algo que esta causando grandes inconvenientes, el límite de uso para el ordenador, el móvil o PlayStation etc... Recomiendo que tanto el tiempo y uso de las tecnologías represente un premio al cumplimiento de sus obligaciones (tareas, deberes en casa, respeto, etc.) y un conveniente comportamiento. Por otro lado, los padres requieren tener en cuenta que cuando los padres e hijos realizan actividades juntos, ellos dedican menor tiempo a estos aparatos, por esto es conveniente fijar periodos de actividad familiar, si se enseña desde pequeños a disfrutar en familia, lo preferirán, aun cuando estén mayorcitos y quizás por el resto de su vida.
Observemos un ejemplo de
establecimiento de un límite
“La hora de dormir es a las 8:00 pm”; consecuencia del
incumplimiento: “al siguiente día se ira a dormir antes, de acuerdo con el
tiempo incumplido la noche anterior”; reconocimiento cuando lo haga
regularmente: “leerle dos cuentos en la noche”.
2. Aplicación
La ejecución es el punto donde
la mayoría de padres presentan mayor inconveniente, en vista de que es en la
práctica donde se manifiestan las emociones de unos y otros; reparemos en los
puntos claves:
a. Cumplimiento: al aplicar la norma y sus consecuencias es
importante ser flexibles; sin embargo, hay que considerar que no pueden ser tan
frágiles que se rompan y ni tan tensos que lastimen. El grado de
elasticidad va a depender de cada hijo y aquí opino que la frase “todos los
hijos son iguales”, requiere ser modificada, ya que es una creencia desajustada
a la realidad, pues los seres humanos somos diferentes y aquí radica la adecuada
aplicación del límite. Ahora, los derechos sí que deben ser iguales (comida,
ropa, estudio, etc.). Dependiendo del hijo se necesita tensar o soltar,
teniendo en cuenta de que si se tensa demasiado se puede herir al hijo, ya que
se puede caer en la dictadura y actuaran por miedo, acumulando un resentimiento
que en cualquier oportunidad que se sientan fuertes, lo sacaran. Y si se afloja
demasiado, el límite se romperá y con esto, el respeto a la norma y a los
padres.
b. La negociación: este punto tiene que ver con el anterior, la
negociación va a depender de la edad, la norma incumplida y quizás del
temperamento del hijo, debido a que si al incumplimiento, el hijo le ha añadido
una dosis de irrespeto hacia el padre u otra persona, la consecuencia se puede
mantener o aumentar.
c. La dificultad emocional: es sin duda el punto determinante para
la ejecución de los límites, pues en las emociones de los padres radica la
efectividad de estos. Por ejemplo: si el padre ha carecido de límites, entonces
le resultará difícil su aplicación, también si ha tenido demasiados o han sido
impuestos (padres dictadores), en cuyo caso, los ejecutará con rigidez, rabia y
resentimiento; aunque dicha actitud asimismo puede ser la opuesta, es decir: un
padre con pocos limites puede comportarse como un dictador y viceversa. El mejor antídoto ante este inconveniente es
recurrir al papel (Punto 1 apartado a.); esto significa que recurrimos a lo
que está escrito y establecido sobre la norma. Llegados a este momento, la pareja
cobra el papel de mediador, invitando al otro padre a que se ciña al texto. En
caso de que se detecten grandes problemas, sugiero buscar ayuda o apoyo
psicológico, ya que el asunto conducirá a la transmisión del conflicto del
padre o madre al hijo.
d. La sobre norma: la palabra expresa simplemente una actitud en la
que los padres caemos con suma facilidad, se trata de la retahíla o la
cantaleta. Un comportamiento que estresa a los hijos, los padres con esta
conducta requieren comprender que precisamente el limite ayuda a evitarla. Lo
anterior se agrava si el padre no aplica la consecuencia o la exagera, guiado
por su disgusto o enojo; tal situación provoca la pérdida de respeto y el
surgimiento del conflicto. Si su hijo está en la adolescencia recuerde que él o
ella detesta el exceso de palabras, aquí cobra mucho valor la norma y su
aplicación, sin más.
e. Variabilidad emocional: este punto no se debe confundir con la
flexibilidad. La variabilidad significa que los padres o uno de ellos aplica la
norma o sus consecuencias según el estado de ánimo o conveniencia propia. Tiende
a aplicar estrictamente e incluso a aumentar la consecuencia si se está deprimido,
de mal genio o aburrido o en dejar hacer lo que les dé la gana a los
hijos si está alegre u ocupado. En este último caso no se trata de que la norma
ocasionalmente no se pueda saltar, sino de que no se avise al hijo de
que así sucederá, por ejemplo: los viernes en la noche se va a dormir un poco más
tarde o cuando la familia salga de vacaciones o a visitar algún amigo. Y aunque
a los padres les parezca obvio, el hijo necesita entender las excepciones, en
especial cuando son pequeños y están aprendiendo hábitos.
3. No hay buenos
ni malos
Esta es una premisa
muy importante a la hora de ejecutar las consecuencias, puesto que es común
creer que el hijo que infringe con constancia la norma es o va a ser un mal
hijo o mala persona y viceversa; lo cual es impreciso, pues dicho calificativo
se deriva más de un orden religioso, no obstante, desde el ámbito emocional
simplemente existe la congruencia o la incongruencia. Es la información que
está en el inconsciente lo que nos obliga a actuar de una forma u otra; por lo
tanto, es posible que el hijo que la infringe con constancia, solo nos esté
protestando, pidiendo afecto u atención y aquel que cumple la norma nos esté
evidenciando una baja autoestima, miedo o sometimiento. De ahí que requerimos
como padres estar atentos a las lecturas que los hijos nos manifiestan y
recordar que son espejos. Los problemas de ellos son los nuestros y
quizás el hijo que se comporta beligerante, solamente nos esté reflejando
aquello que no deseamos reconocer en nuestro interior (la sombra).
4. El ejemplo
Es el mejor método de
enseñanza. Los hijos son unos espectadores constantes, ellos desde edades muy
tempranas y yo diría que desde el mismísimo vientre nos perciben y observan.
Así que si le decimos a un hijo que hay que comer sano y nosotros no lo
hacemos, difícilmente el hijo aprenderá a hacerlo.
5. Amor sin
condición
Es quizás el remedio
para todos los errores que como padres cometemos y el mejor antídoto ante
cualquier dificultad. No obstante, hemos adicionado el término incondicional ya
que existen muchas confusiones a la hora de expresar el amor, se confunde con
necesidad, apego, o cualquier otra connotación, dependiendo de los vacíos emocionales
que los padres ostenten. Pese a lo dicho, muy dentro de cada padre existe este
tipo de amor, simplemente que hay que dejarse llevar por la ternura, aquella
que todo padre siente al contemplar los hijos dormir. De todas formas, les
dejo un aparte de la escritora y psicóloga Annie Acevedo sobre el amor
incondicional:
“Un buen amor
acompaña, aprueba, pone límites, es honesto, incondicional y, sobre todo, no
juzga, pero sí guía. El amor incondicional les da a los hijos un mensaje fuerte
de que es valorado y apreciado, pase lo que pase. Ese amor se manifiesta de
muchas maneras: con gestos, caricias, apoyos, consejos, confianza, etc. Lo
importante es que el mensaje de amor le llegue al hijo, pues cada uno es
diferente y va a necesitar expresiones de afecto especiales, pero no exagere
pues los niños se dan cuenta de la exageración, la artificialidad o la duda
cuando se manifiesta el amor equivocadamente”.
Los limites ayudan enormemente
a minimizar la transmisión de los conflictos de los padres, siempre y cuando se
establezcan y apliquen con efectividad. Los hijos carentes de límites reciben una
lectura que dice “no le importo a mis padres y/o no me quieren” y
contrario a lo que a veces se piensa, si a un hijo se le permite hacer lo que le
dé la gana, tomamos el riesgo de que se convierta en un dictador o un
inútil, igualmente si le aplicamos unos límites demasiado tensos.
Unos límites adecuados contribuyen
en la autoestima de los hijos, ellos se sienten valorados y amados, les aporta
autonomía y disciplina, por tanto, facilita que aprendan a conseguir sus metas
y sueños. Les ayudan a enfrentarse socialmente, pues un hijo carente o con
exageradas normas presenta conflictos de adaptación, presumiblemente escondida
entre la rebeldía o el sometimiento.
Luz Quiceno
www.luz-entucaminointerior.com
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