Los seres humanos procedemos de una cadena genética
que viene codificada en el A.D.N, que está contenido en nuestras células; en las cuales
existe la impronta ancestral que determina no solo los rasgos físicos, también
los emocionales y psíquicos. Veamos que trascendencia puede alcanzar esta
información familiar en la existencia que llevamos.
Sigmund Freud se refirió a la transmisión
inconsciente de información de generación en generación, luego, varios autores
hicieron alusión en idéntico sentido. Pero como concepto terapéutico no se
conoció hasta en los años ochenta, cuando Anne Schutzenberguer[1]
empezó a utilizar el concepto de genosciograma con sus alumnos de la
Universidad de Niza. El genosciograma es la representación del inconsciente
familiar, un concepto que luego dio lugar a la psicogeneología. A partir de los
estudios de Schutzenberguer nace la psicogeneología y luego el
transgeneracional, tal como se conoce hoy en día al estudio y análisis del
árbol familiar.