martes, 6 de agosto de 2013

¿ES LA LIBERACIÓN FEMENINA, FACTOR DE ESCLAVITUD Y SOMETIMIENTO?

En cierta ocasión durante una conversación que sostuve con una mujer que se encontraba bastante preocupada por el comportamiento agresivo e irrespetuoso de su hijo hacia ella, le escuché una frase que me ha motivado a escribir el presente artículo, ella dijo lo siguiente: “he pasado de estar sometida por mis padres a seguir sometida por mis hijos”. Esta frase caló en mí, seguramente debido a esa inquietud permanente que me motiva para aprender y promover la identidad femenina, la cual me ha conducido a sentir, observar y buscar información acerca de las posibles causas que han originado esta dificultad, que no solo atraviesa mi interlocutora, sino un grupo considerable de mujeres en la actualidad y anotarlos en este escrito.

En este momento es común encontrar que las madres trabajen fuera de casa, diferente a la época de nuestras abuelas; en su tiempo, gran parte de ellas eran amas de casa a tiempo completo, mientras que ahora, las féminas desempeñan una vida laboral y otra como ama de casa, esta dualidad ha generado gran carga para cantidades de mujeres, puesto que las actividades propias del hogar ella todavía continua realizándolas en su totalidad ya que es difícil que su esposo o compañero comparta estas labores, –esto es posible constatarlo sobre los estudios elaborados en algunos países desarrollados- son en realidad muy pocos los hombres que colaboran o asumen compartir las tareas domésticas. La mujer de igual forma debe cumplir con su compromiso materno, lo cual es una función exclusiva de la mujer y nadie más la puede realizar como ella. Por tanto las madres actuales requieren desempeñar una doble función, ambas de manera eficiente y eficaz, pues lo contrario le acarreará grandes conflictos.

Cumplir con su función materna es bastante difícil en especial para las mujeres que laboran a tiempo completo ya que los compromisos de madre requieren paciencia, dedicación, afecto y tiempo, entre otras más y es sin duda esto último, el tiempo, de lo ellas carecen; lo cual les dificulta aportar completamente sus virtudes maternas a sus hijos. Y por más que se quiera demostrar por parte de cierto grupo de psicólogos que “la calidad es más importante que la cantidad”, en cuanto a las horas que se comparte con los hijos, la realidad demuestra que la cantidad es indispensable. Observamos en la actualidad fenómenos como “los niños-llavero”, son los hijos de estas mujeres que a edades muy tempranas les cuelgan en el cuello las llaves de la casa para que entren al hogar después de finalizar la escuela, los niños deben comer y hacer los deberes, solos. Gran parte de ellos cuando alcanzan edades juveniles buscan compañía, afecto y un modelo a seguir en los parques y en las calles, por lo general encuentran malas compañías y suelen refugiarse en los vicios y la maldad. Hoy también se conocen otras consecuencias ligadas a esta situación como las adicciones al internet, las redes sociales, el móvil, la PSP, el sobrepeso, etc.

Cuando dichas madres llegan a su casa, encuentran un sin número de labores y al finalizarlas –si es que lo consigue- están muy cansadas para atender a sus hijos, ellas llevan encima el cúmulo del trabajo tanto laboral como doméstico, por tanto es casi imposible que cumplan con sus compromisos maternos de forma eficiente y eficaz. Como consecuencia los hijos van acumulando resentimiento y van perdiendo el respeto por su madre, máxime si ella por sentimientos de culpa, termina consintiéndole todos los caprichos. Lo anterior puede conducir a que los hijos se conviertan en unos dictadores, llenos de agresividad e intolerancia, algunos llegan al extremo de maltratar no solo física sino emocionalmente a sus padres, también a sus profesores y por lo general entran en disputa con la autoridad, llevándolos posiblemente a comportarse como desadaptados sociales.

Estamos hablando de una madre que pierde el control sobre el hijo ya que este aprende a manipularla con sus errores, la intimidan en especial cuando no existe implicación del padre. Y aunque los hijos dictadores son un contexto que tiene su origen en otros conflictos, sí que se puede tratar como uno de los efectos más considerables de la situación que estamos exponiendo.

No obstante todo lo expuesto son producto del verdadero origen de esta situación, el cual se encuentra en la parte intrínseca de esta mujer, en su inconsciente. Ella desprende un hedor a servidumbre y sumisión que atrae a cuanto felino emocional se encuentre e inconscientemente los hijos se convierten en esas fieras para poder manipularla y vengarse del abandono que tanto dolor les ha causado. Son mujeres donde aún habita aquella abuela o madre sometida a la voluntad de sus padres y luego de su marido, ella arrastra consigo el lastre del sacrificio y en su sangre todavía se  expende la esclavitud. Dicha información la lleva a comportarse como la típica madre que hace todo a sus hijos, incapaz para ponerles límites. Trabaja de sol a sol sin descanso, permite que su esposo se comporte de forma irresponsable e irrespetuosa y además se sacrifica para suplir sus faltas. Muchas  terminan esclavizadas en sus trabajos por un jefe y dentro de su hogar de su marido e hijos –estos en los últimos tiempos-. En realidad es un hábito emocional que ha aprendido de sus antepasadas y ejecuta absorta en sus inseguridades. Por lo menos la mujer que es ama de casa a tiempo completo y que cumple con sus responsabilidades, además de proporcionar afecto a sus hijos, logra el respeto de los mismos.

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