jueves, 30 de enero de 2014

PROYECCIONES EMOCIONALES


Hace algún tiempo, un individuo me preguntaba acerca del malestar que le producía encontrarse con personas que incumplieran a sus compromisos o promesas, le fastidiaba cuando establecía un  acuerdo con alguien y luego esta persona le faltara al mismo. Un asunto que le provocaba mucha rabia; razón por la cual, terminaba enfadándose con dichos sujetos, en algunas oportunidades sumergiéndose en agresiones verbales mutuas. Dicha situación era algo recurrente en su vida. Por la misma época en que el mencionado individuo me consultaba, se encontraba enfrascado en una idéntica circunstancia, acababa de hacer un contrato verbal con un sujeto que había quedado de llamarle en dos días para firmar el acuerdo y habían transcurrido 10 días sin que le llamara. Se encontraba en la disyuntiva de reclamarle y entrar en un posible desencuentro con él o alejarse y dejar el asunto así; la primera implicaba repetir el pasado y la segunda evadirlo. En definitiva, cualquiera fuera su decisión, se sentiría igual de furioso e impotente, de ahí que acudiera por orientación o ayuda.

La situación expuesta es un conflicto ocasionado por la negación o evasión de algún aspecto emocional que la persona no quiere reconocer.  Estamos hablando de circunstancias dolorosas que el individuo no desea recordar o simplemente de debilidades propias que por algún motivo (desaprobación, culpa, etc.) niega. La repercusión en la vida de estas personas, se evidencia por lo general, en las relaciones con las demás personas, es un efecto inconsciente; atraemos a nuestra vida, aquello que consciente o inconscientemente tenemos fijado en nuestra mente.

Para explicar mejor este tipo de situación, retomemos a nuestro consultante, veamos:

Le hice algunas preguntas para establecer cuál de los aspectos mencionados era el origen de su problema, como por ejemplo: ¿A quién le incumples tú? o ¿Quién te incumplió sus promesas? ¿Qué persona te afectó con esta actitud? Estas preguntas aportaron la respuesta a su situación. Resulta que nuestro consultante cuando estaba pequeño, sufría con la ausencia de su hermano mayor, él constantemente estaba esperándolo, éste era como su padre, pues la diferencia de edad que existía entre ellos y la paternidad que su hermano ejercía sobre él, así lo establecían; lamentablemente  para nuestro consultante, era un joven que andaba de allí para acá y se desaparecía sin más, pero cuando regresaba daba a su hermano pequeño (nuestro consultante)  amor y atención, pero antes de marcharse le hacía promesas de un pronto regreso o de hacer actividades juntos, de ahí que nuestro consultante se plantara repetidamente en la ventana de su casa a esperar con ansiedad su regreso y cada vez que sentía la puerta de entrada, su corazón latía velozmente al igual que sus piernas, salía corriendo a abrazar a su hermano, llevándose por lo general una decepción. Su vida transcurría entre la espera y el retorno de su hermano, pero frecuentemente era más larga la primera. Todo esto hasta que la muerte no solo arrastró a su hermano sino con él, las promesas rotas; dejando enterradas en las entrañas de nuestro consultante, las lágrimas contenidas junto con la impotencia de esperar aquello que ahora, jamás se llegaría a cumplir.

El dolor no sufrido, la rabia y la impotencia de nuestro consultante, era el motivo que lo llevaba a proyectar en los demás aquellas lagrimas enterradas, que se transformaban en rabia hacia los que incumplían las promesas, en el fondo él veía a su hermano (al cual ya no podía manifestarle su enojo) en ellos; por lo mismo atraía personas que lo representaran, de esta forma podía “vaciar” su dolor; además, su mente estaba fija en esta situación, lo había asociado de esta forma. Nuestro consultante, también faltaba a sus promesas, una forma inconsciente de vengarse o simplemente lo que había aprendido de aquel que había significado su "padre".


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