El abandono es un temor que
impide a una persona establecer relaciones de confianza, respeto, adecuada
comunicación y amor; el individuo con este temor adquiere diversos
comportamientos que posiblemente, consigan por un lado, alejar a aquellas personas
que le pueden amar y por el otro, atraer a aquellas que no le van a amar,
valorar y respetar. Por lo general dichas personas se quedan atrapadas en el
victimismo o en la indiferencia, la primera es una actitud que se caracteriza por
el sufrimiento y la segunda por la evasión; ambos esconden el miedo al
abandono.
La persona que presenta la
actitud de víctima, en vista de que atrae como pareja a quien le va hacer
sufrir, se encuentra con sujetos incapaces de amar, promiscuos o simplemente
que divergen para hacer pareja; por lo tanto, frecuentemente parten, dejando el
nido vacío. Situación que suele agravarse cuando la víctima se obsesiona con el
abandónico y le hostiga, persigue o acosa, busca de manera enfermiza que
regrese. En cambio la otra actitud, la de indiferencia, pone una barrera casi
infranqueable, es difícil intimar con esta persona y conocerle, es el típico
que huye cuando se enamora para evitar que lo abandonen.
Para observar este temor,
tomemos el caso de María: ella es una atractiva mujer que lucha por establecer
una relación sentimental estable, ha tenido dos relaciones “estables”, la
primera fue con el padre de su única hija, un hombre que jamás la respetó, constantemente
conseguía amantes y las paseaba enfrente de María de forma descarada; sin
embargo ella continuamente lo perdonaba, hasta que él dio por terminada la
relación cuando estableció otra unión y decidió abandonar a María definitivamente. Ella sufrió muchos años y
tratando de olvidar, estuvo dando tumbos en diferentes brazos para amainar su
pena, hasta que hace unos cuantos años apareció un hombre. María al parecer había
encontrado un nuevo amor y una relación estable, sin embargo, pasado un año, él
empezó a comportarse de forma extraña y alegando una depresión, abandonó a
María; no obstante, ella insistió y lo buscó, justificando su persecución debido
a su situación económica, hasta que logró meterse de nuevo en su cama y en su
vida, con múltiples manipulaciones, pero al poco tiempo de esto, de nuevo él
empezó con actitudes extrañas y un día le pidió a María que se marchara porque
había encontrado un nuevo amor. Ella partió con el corazón compungido y el alma
destrozada, además María lo observó varias veces con su nueva pareja paseándose
tranquilamente enfrente de ella. Empero, la historia no termina aquí, María ha regresado otra vez con él;
ella se ha envuelto en un círculo vicioso de amor y abandono.
El caso de María es el típico
de una persona que presenta un hábito emocional pernicioso de abandono con
victimismo, ella aprendió desde muy niña dicho habito; sus padres la
abandonaron emocionalmente cuando estaba pequeña, a causa del alcoholismo del
padre y la muerte de su hermana mayor;
ellos dejaron de atenderla, darle afecto, ponerle límites y lógicamente, amor,
en especial el padre. María se acostumbró a estar en carencia y a sufrir por el
abandono, ella se obsesionó con conseguir que esencialmente su padre, la
atendiera y amara, pero como no lo logró, siguió buscándolo en cada hombre que
amaba; sin embargo atraía hombres con los cuales no tenía posibilidad de que la
amaran, ella los conquistaba puesto que se presentaba con la personalidad que a
ellos les atraía, pero al poco tiempo, estos se daban cuenta de que María no
era lo que querían; entonces en este momento, la dejaban. María inconscientemente
buscaba hombres que “sabía” tarde o temprano la abandonarían, como su padre;
sin embargo, su obsesión por conseguir que la amaran, la llevaba a manipularlos
y asediarlos, convirtiendo su vida en un rodar de sufrimiento, tal como estaba
acostumbrada.
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