Cuando tenemos algún dolor
corporal, buscamos remediarlo mediante primeros auxilios o recurriendo al
médico u hospital, si es el caso; sin embargo, cuando tenemos un dolor
emocional frecuentemente pretendemos esconderlo, taparlo o disfrazarlo y en ocasiones
lo enterramos profundamente; generando un cáncer no solo emocional sino físico,
pues la insana emoción crece de adentro hacia afuera hasta llegar a
exteriorizarse, en ocasiones se detecta cuando es demasiado tarde.
Un dolor emocional no reconocido
se duplica y algunas veces se multiplica, causando graves y diversas
consecuencias, dentro de las mismas podemos encontrar: la ira, las adicciones y
el caos (una vida llena de enfermedad física y catástrofes) entre otras; son la
manera de esconder las susodichas heridas.
Sanar un dolor emocional
requiere de ciertas dosis de: reconocimiento, aceptación y perdón; ingredientes
que conducen a adquirir un estado de consciencia tal, que permita mantener una
actitud de observación, sobre sí mismo y sus circunstancias.
Para aliviar un dolor emocional
se puede proceder de forma análoga a una herida física. Primero, se acude a los
primeros auxilios, lo cual será suficiente si la herida no es profunda, de lo
contrario es necesario acudir al médico (o sea al psicólogo o psiquiatra).
Dentro de los primeros auxilios, aplicamos por lo general algún antiséptico y limpiamos
la herida. En el campo emocional el antiséptico es el reconocimiento, en otras
palabras la asimilación de cada emoción,
identificándola con un nombre (sentimiento), como por ejemplo: humillación,
rechazo, impotencia, etc. Cuando la herida física empieza a sanar, picará alrededor
de la misma, no obstante, si se roza con algo, todavía dolerá; de forma similar acontece con la herida
emocional, mientras la estamos sanando, dolerá cuando algo o alguien nos
recuerde con alguna palabra, gesto u hecho, que ahí continua, pero la actitud
de observación permitirá la aceptación del suceso y continuar el proceso. La herida física estará sana cuando cicatrice;
en el aspecto emocional para que cicatrice, es necesario perdonar a aquellas
personas responsables o culpables de la misma (incluidos nosotros mismos). La
cicatriz quedará para que recordemos no tropezar de nuevo con la misma piedra.
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