Entre mayor inconsciencia y desconocimiento, mayor incoherencia existirá
El mundo tecnológico vive en constante avance, la cotidianidad nos levanta cada mañana con una nueva innovación. No terminamos de aprender a operar nuestro teléfono, computador o programa, cuando ya nos presentan en la pantalla de nuestros televisores una nueva creación, invento o progreso aplicado en cualquier aspecto o temática.
Sin lugar a dudas, esto es un fenómeno sinónimo de progreso
humano. No obstante, seguimos sumidos en diversas batallas territoriales,
ideológicas o religiosas; unos hechos que atropellan mi alma, mis sentires y mi
mente y que trataré de plasmar a partir de esta retrospección: ¿qué detiene a
los seres humanos para trasladar los ímpetus de crecimiento tecnológico a su
desarrollo interior? ¿acaso es tan difícil darse cuenta de que la violencia y
los conflictos en general engendran una génesis emocional? ¿para qué no se
dedica tiempo e inversión para reeducar, desaprender y comprender la esencia
interior del ser? Unas reflexiones que quizás encuentren respuesta en el
siguiente artículo o quizás queden a la espera de que tú, estimado lector, las
responda.El mundo tecnológico vive en constante avance, la cotidianidad nos levanta cada mañana con una nueva innovación. No terminamos de aprender a operar nuestro teléfono, computador o programa, cuando ya nos presentan en la pantalla de nuestros televisores una nueva creación, invento o progreso aplicado en cualquier aspecto o temática.
Los conflictos
emocionales se sirven y exhiben como carteleras cinematográficas ante la
indiferencia, evasión, impericia e incapacidad de propios y afectados. Urge
alfabetizarnos en dicha materia y un granito para aperturar y aportar al “despertar”
de consciencias, es dilucidar un poco sobre el lenguaje emocional. Dentro de
dicho lenguaje hablamos de la coherencia emocional, uno de los aspectos
que requerimos conocer para empezar a trasegar y subsanar el mencionado
preterimiento con respecto al desarrollo tecnológico.
Dentro del
lenguaje emocional encontramos que la incoherencia es la génesis de los conflictos.
Lo contrario, la coherencia, se refiere a un estado de paz y armonía interior,
significa que estamos actuando en concordancia y consecuencia entre lo que
pensamos y sentimos. Suena simple ¿verdad?, lo cual no es sinónimo de
facilidad. Trasladar la mencionada sintaxis a la práctica es en realidad el
gran aprendizaje y un verdadero avance o crecimiento en el campo del interior
del ser.
Los seres
humanos somos un complejo sistema que abarca desde el comienzo de la vida y se
ha desarrollado conforme los seres responden a los desafíos que el entorno les
ha ido planteando. Un orden que recoge los aprendizajes en unidades depositadas
en las células que componen nuestro cuerpo y que, gracias a esto, nacemos
respirando e instintivamente tomamos el pecho de la madre, sabemos dormir,
etc., es decir, a realizar funciones de supervivencia. Una funcionalidad
estructurada fuera del entendimiento para la gran mayoría. Lo importante es
comprender que de igual modo sucede en el ámbito emocional, la información
existe dentro de nosotros mismos y se manifiesta de forma inconsciente. Las
emociones son el resultado de impactos sufridos que esperan ser liberadas para el
aprendizaje y la sanación.
El ser humano
es incoherente, yo diría que por naturaleza -en mis conocimientos- entonces el asunto estaría en el mayor o
menor nivel. Es decir, entre mayor inconsciencia y desconocimiento, mayor
incoherencia existirá. Saber lo que somos implica conocer acerca de nuestras emociones,
de lo que sentimos y la manera en que las mencionadas, nos conducen a reaccionar.
Asimismo, conoceremos los pensamientos y, en consecuencia, decidiremos un modo
sano de actuación. La sanación comienza entonces por las emociones, nos vemos
abocados a avanzar en el conocimiento de las emociones para transformarlas en
sentimientos que nos permitan conocer los pensamientos que nos conduzcan a la
acción adecuada y por supuesto, a una mayor coherencia.
Lo anterior lo
podemos reunir y denominar como: tomar consciencia, que representa, vivir
el instante presente, estar despiertos, con todos nuestros sentidos enfocados e
identificando de inmediato nuestros recónditos sentires. Esa es la diferencia
entre unos y otros, entre los seres más evolucionados y los demás.
Por ejemplo,
una persona en consulta me manifestó que deseaba hallar una pareja estable,
pero su “problema” era que los hombres que encontraba eran casados o
comprometidos. Esta persona se hizo consciente de que atraía personas “imposibles”
para evitar separarse de sus padres. La persona expresó su emoción
oculta e identificó lo que sentía y pensaba, de esta forma liberó su
inconsciente y pasados unos días, encontró un hombre solo, dispuesto a
establecer una relación estable. En la actualidad goza de su relación tal como
deseaba. Maravilloso ¿verdad?
Es simple, sin embargo,
conseguir alinear la mente, el corazón y el cuerpo, requiere, por decirlo así,
de cierta madurez emocional. Una madurez que nos permita hacernos responsables
absolutos de la vida que acarreamos y saber que con constancia estamos
proyectándonos en los demás; por lo tanto, nadie es responsable de lo que me
sucede. Los problemas empiezan en mí y terminan en mí.
Requerimos
comprender que cualquier persona que concurra en nuestra vida es la proyección
de lo que existe dentro de nosotros. También, una madurez que nos habilite a emprender
acciones necesarias -es posible dolorosas- que generen el revulsivo indispensable
para salir del victimismo y sufrimiento. Asimismo, aprender a expresar lo que
sentimos, lo que queremos o no queremos, sin buscar o sentirnos culpables; comprendiendo
que la culpa es una forma de seguir en el victimismo y la evasión. La madurez
emocional empieza por aceptar y querernos tal cual somos.
La coherencia
emocional se consigue en el día a día, en el minuto a minuto. Esta es la clave para
encontrarla, en cada instante, cada pensamiento, cada sensación, cada acción
vivida. Es la forma propincua para adquirir el cambio o adquisición de los
nuevos hábitos emocionales que permitan adquirir una mayor paz interior.
La paz reina en
cada uno de nosotros y la proyectamos en el mundo exterior. Cuando alguien
busca la comprensión de los demás, sin tan siquiera saber qué siente, quién es,
es una actitud que presumiblemente lo conduzca a una acción incomprensible por
su parte, esto es incoherencia. O cuando
alguien desea encontrar una persona que lo ame, desconociendo que no se ama así
mismo. También, pretender que los hijos hagan lo que el padre desea, si este ni
siquiera sabe lo que quiere con su vida. Aunque la madre de todas las
incoherencias se halla en pretender saber lo que es mejor para los demás.
Igualmente, en exigir amor cuando no se ama así mismo.
¡Te invito a compartir tus experiencias
sobre el tema!
Escritora, Especialista y
Certificada en Bioneuroemoción©
BNE
Facebook: Luz
en tu camino interior
Twitter: luzentucamino26
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