Tal vez tus criticas, tu exigencia o la necesidad de hacer "todo bien" tenga que ver con un vacío interior
Es
indudable que la especie humana ha conseguido extraordinarios avances
científicos y grandes descubrimientos que han catapultado la raza a un mayor
estado de bienestar. A medida que se suscitan los susodichos progresos, como
efecto, ciertos territorios, en especial los del llamado primer mundo, han ido satisfaciendo
las necesidades básicas, las secundarias e incluso las creadas. En la
actualidad bastantes de estas “necesidades” creadas se exhiben gracias a la propaganda
y la acogida de un consumidor presumiblemente ávido de nuevos retos que lo
saquen del aburrimiento y la oquedad de la fumada existencia que conllevan.
Una condición
natural del ser humano es el crecimiento, la evolución, al avance y el
progreso. Cuando se aprende a satisfacer una necesidad, aparece otra y así
sucesivamente; un trasegar por una escalera a lo mejor infinita. Las
necesidades innatas del ser humano trascienden desde el orden tangible hasta el
intangible. Ambos órdenes son parte esencial para el desarrollo integral de
cualquier individuo. Las necesidades intangibles empiezan a evidenciarse una
vez se complacen las básicas. Las primeras, si son desatendidas, la persona de
modo inconsciente buscará satisfacerlas con necesidades creadas u otros
placebos. Tienden a aparecer obsesiones, enfermedad, los fundamentalismos, etc.
Exageraciones que manifiestan el inconformismo interior.
La
humanidad se ha empeñado en el progreso de lo tangible como, por ejemplo: en la
medicina, el transporte, los alimentos, el espacio, la comunicación e incluso
somos unos gigantes en el campo tecnológico; ya estamos en la realidad de la
inteligencia artificial, la clonación. etc. Mientras que, en el desarrollo de
aspectos intangibles como las emociones, el comportamiento, la psiquis, lo
espiritual, todavía sufrimos de enanismo. Un desequilibrio que impide un
sostenible bienestar humano. Es fascinante poder viajar novecientos kilómetros
en una hora, sin embargo, es frustrante escuchar en las noticias que hay niños
que mueren porque no existía una carretera o un vehículo para transportarlo,
aunque su vivienda se encontraba a cien kilómetros del hospital más cercano. La
necesidad de cooperar y ayudar es una condición innata humana, por eso sentimos
hechos como el descrito, de forma frustrante.
Es
importante que comprendamos que cuando suplimos las necesidades básicas, luego
surgen las de: seguridad, asociación, solidaridad, afecto etc. Si éstas no se
satisfacen nos quedaremos atrapados en lo material, valsando en la superficie y
con la sensación de vacío, sometiéndonos quizás, al fortuito e insaciable
consumismo y el afán por poseer lo mejor.
La
fragorosa publicidad crea unas necesidades en la mente del incauto y vacuo
consumidor, sometiéndolo a un encadenamiento que lo va conduciendo a la
“psicosis” de la perfección y la superficialidad. La venta del cuerpo perfecto
ha llevado al fenómeno de la cirugía plástica. Es extraordinario que exista tal
disciplina, lo anormal es que una niña de catorce años pida como regalo de “quince”,
la cirugía de la nariz o la liposucción y se obsesione con conseguir la
perfección de su rostro o su cuerpo. Aunque lo aberrante, es que sus padres se
la obsequien.
La
búsqueda de la perfección es una tendencia que va arraigándose sigilosa,
camuflada entre las calles de una sociedad que se hipnotiza con la propaganda y
la vacuidad de una vida que se estanca en la superficialidad y en la forma.
Dentro de los deportes, los avances tecnológicos han permitido adelantos y la
posibilidad de que se rompan marcas impensables unos años atrás, no obstante,
ahora queremos que los deportistas sean perfectos y que los árbitros no se
equivoquen. El fútbol para no ir muy lejos, en la actualidad busca evitar a
través de la tecnología los errores del árbitro y la consecuente polémica. Tal
vez nos estamos olvidando de que es un juego, una diversión. Los fanáticos, los
apostadores y los que viven del susodicho negocio, exigen la perfección.
Desconocedores de que la polémica es sana para satisfacer la necesidad de
asociación y de interacción entre los seres humanos.
El
arraigo del perfeccionismo es un camino peligroso para la estabilidad mental de
cualquier individuo y puede constituirse en una psicosis si no es detectado y
sanado a tiempo. Buscar con insistencia sea: el cuerpo perfecto, el marido
perfecto, la casa perfecta, la madre perfecta, el deportista perfecto, el
vehículo perfecto, el trabajador perfecto, etc.; es síntoma de una obsesión. Es
negar que lo humano y la vida son imperfectos y que la imperfección es bella.
La perfección es una exigencia de la mente que está inquiriendo satisfacer
necesidades intangibles que el individuo no complace; puesto que un conflicto
emocional se lo impide o se encuentra absorto en la superficie.
Existe
una descompensación entre lo que hemos invertido en el desarrollo exterior con
respecto al interior. El énfasis en las matemáticas y el idioma que se imparte
en los centros educativos en comparativa con la enseñanza de sí mismo, es un
reflejo de lo que sucede. Se sabe resolver una integral, un límite o una
derivada, no obstante, se desconoce qué se siente y mucho menos, para qué se atraen
situaciones de sufrimiento o debido a qué las relaciones de pareja son fallidas.
Como no se sabe resolver un conflicto personal, se repite una y otra vez, y las
personas resultan envueltas en círculos de sufrimiento ¿Verdad que no existe
compensación? Se ha aprendido a operar los móviles inteligentes y el computador
- ya hasta hablan-, pero existe incapacidad de saber cómo opera la propia mente.
Viajamos a la luna, sin embargo, se desconoce el camino para viajar hacia sí mismo.
La
generación de la perfección nos acecha abonada por la descompensación de la
inversión en desarrollo exterior en comparativa con el del interior. Requerimos
propender por la comprensión de que la condición humana es de crecimiento y
evolución tanto en los aspectos tangibles como intangibles, antes de que
quizás, la obsesión al perfeccionismo nos seduzca con las mieles de su virtual
saciar.
Los
fundamentalismos, extremismos o exageraciones de cualquier índole, significan
que las personas se sienten separadas unas de otras y no creen que el mundo está
unido, que estamos conectados por algo que se llama consciencia, divinidad,
energía o como se quiera llamar, que nos interrelaciona y hace que el universo
se mantenga en equilibrio. Cuando nos creemos separados, aparecen las
obsesiones, los radicalismos, el egocentrismo y el pensar que nada de lo que se
haga, piense o diga va a afectar a los demás.
El
crecimiento del ser requiere ser holístico para que genere un verdadero
bienestar personal y la extrapolación al colectivo. Asimismo, en la medida que comprendamos
que el mundo es cuántico en lugar de dual.
La
alfabetización emocional es una necesidad que urge, no solo como una cátedra
sino como una praxis que lleve a la humanidad a un mínimo de conciencia colectiva
que permita la compresión personal y del prójimo para evolucionar de manera
conjunta con lo científico o tecnológico y que redunde en un verdadero
desarrollo y bienestar del ser.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, al ser humano le cuesta más buscar en lo íntimo de su ser, desconociendo que allí están las respuestas
Sí, las respuestas están en nuestra información inconsciente, en nuestras emociones, pero falta más cátedra sobre el asunto. Gracias por el comentario.
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