miércoles, 5 de diciembre de 2018

“La psicosis” de la perfección

Tal vez tus criticas, tu exigencia o la necesidad de hacer "todo bien" tenga que ver con un vacío interior 


Es indudable que la especie humana ha conseguido extraordinarios avances científicos y grandes descubrimientos que han catapultado la raza a un mayor estado de bienestar. A medida que se suscitan los susodichos progresos, como efecto, ciertos territorios, en especial los del llamado primer mundo, han ido satisfaciendo las necesidades básicas, las secundarias e incluso las creadas. En la actualidad bastantes de estas “necesidades” creadas se exhiben gracias a la propaganda y la acogida de un consumidor presumiblemente ávido de nuevos retos que lo saquen del aburrimiento y la oquedad de la fumada existencia que conllevan.

Una condición natural del ser humano es el crecimiento, la evolución, al avance y el progreso. Cuando se aprende a satisfacer una necesidad, aparece otra y así sucesivamente; un trasegar por una escalera a lo mejor infinita. Las necesidades innatas del ser humano trascienden desde el orden tangible hasta el intangible. Ambos órdenes son parte esencial para el desarrollo integral de cualquier individuo. Las necesidades intangibles empiezan a evidenciarse una vez se complacen las básicas. Las primeras, si son desatendidas, la persona de modo inconsciente buscará satisfacerlas con necesidades creadas u otros placebos. Tienden a aparecer obsesiones, enfermedad, los fundamentalismos, etc. Exageraciones que manifiestan el inconformismo interior.

La humanidad se ha empeñado en el progreso de lo tangible como, por ejemplo: en la medicina, el transporte, los alimentos, el espacio, la comunicación e incluso somos unos gigantes en el campo tecnológico; ya estamos en la realidad de la inteligencia artificial, la clonación. etc. Mientras que, en el desarrollo de aspectos intangibles como las emociones, el comportamiento, la psiquis, lo espiritual, todavía sufrimos de enanismo. Un desequilibrio que impide un sostenible bienestar humano. Es fascinante poder viajar novecientos kilómetros en una hora, sin embargo, es frustrante escuchar en las noticias que hay niños que mueren porque no existía una carretera o un vehículo para transportarlo, aunque su vivienda se encontraba a cien kilómetros del hospital más cercano. La necesidad de cooperar y ayudar es una condición innata humana, por eso sentimos hechos como el descrito, de forma frustrante.

Es importante que comprendamos que cuando suplimos las necesidades básicas, luego surgen las de: seguridad, asociación, solidaridad, afecto etc. Si éstas no se satisfacen nos quedaremos atrapados en lo material, valsando en la superficie y con la sensación de vacío, sometiéndonos quizás, al fortuito e insaciable consumismo y el afán por poseer lo mejor.

La fragorosa publicidad crea unas necesidades en la mente del incauto y vacuo consumidor, sometiéndolo a un encadenamiento que lo va conduciendo a la “psicosis” de la perfección y la superficialidad. La venta del cuerpo perfecto ha llevado al fenómeno de la cirugía plástica. Es extraordinario que exista tal disciplina, lo anormal es que una niña de catorce años pida como regalo de “quince”, la cirugía de la nariz o la liposucción y se obsesione con conseguir la perfección de su rostro o su cuerpo. Aunque lo aberrante, es que sus padres se la obsequien.

La búsqueda de la perfección es una tendencia que va arraigándose sigilosa, camuflada entre las calles de una sociedad que se hipnotiza con la propaganda y la vacuidad de una vida que se estanca en la superficialidad y en la forma. Dentro de los deportes, los avances tecnológicos han permitido adelantos y la posibilidad de que se rompan marcas impensables unos años atrás, no obstante, ahora queremos que los deportistas sean perfectos y que los árbitros no se equivoquen. El fútbol para no ir muy lejos, en la actualidad busca evitar a través de la tecnología los errores del árbitro y la consecuente polémica. Tal vez nos estamos olvidando de que es un juego, una diversión. Los fanáticos, los apostadores y los que viven del susodicho negocio, exigen la perfección. Desconocedores de que la polémica es sana para satisfacer la necesidad de asociación y de interacción entre los seres humanos.

El arraigo del perfeccionismo es un camino peligroso para la estabilidad mental de cualquier individuo y puede constituirse en una psicosis si no es detectado y sanado a tiempo. Buscar con insistencia sea: el cuerpo perfecto, el marido perfecto, la casa perfecta, la madre perfecta, el deportista perfecto, el vehículo perfecto, el trabajador perfecto, etc.; es síntoma de una obsesión. Es negar que lo humano y la vida son imperfectos y que la imperfección es bella. La perfección es una exigencia de la mente que está inquiriendo satisfacer necesidades intangibles que el individuo no complace; puesto que un conflicto emocional se lo impide o se encuentra absorto en la superficie.

Existe una descompensación entre lo que hemos invertido en el desarrollo exterior con respecto al interior. El énfasis en las matemáticas y el idioma que se imparte en los centros educativos en comparativa con la enseñanza de sí mismo, es un reflejo de lo que sucede. Se sabe resolver una integral, un límite o una derivada, no obstante, se desconoce qué se siente y mucho menos, para qué se atraen situaciones de sufrimiento o debido a qué las relaciones de pareja son fallidas. Como no se sabe resolver un conflicto personal, se repite una y otra vez, y las personas resultan envueltas en círculos de sufrimiento ¿Verdad que no existe compensación? Se ha aprendido a operar los móviles inteligentes y el computador - ya hasta hablan-, pero existe incapacidad de saber cómo opera la propia mente. Viajamos a la luna, sin embargo, se desconoce el camino para viajar hacia sí mismo.

La generación de la perfección nos acecha abonada por la descompensación de la inversión en desarrollo exterior en comparativa con el del interior. Requerimos propender por la comprensión de que la condición humana es de crecimiento y evolución tanto en los aspectos tangibles como intangibles, antes de que quizás, la obsesión al perfeccionismo nos seduzca con las mieles de su virtual saciar.

Los fundamentalismos, extremismos o exageraciones de cualquier índole, significan que las personas se sienten separadas unas de otras y no creen que el mundo está unido, que estamos conectados por algo que se llama consciencia, divinidad, energía o como se quiera llamar, que nos interrelaciona y hace que el universo se mantenga en equilibrio. Cuando nos creemos separados, aparecen las obsesiones, los radicalismos, el egocentrismo y el pensar que nada de lo que se haga, piense o diga va a afectar a los demás.

El crecimiento del ser requiere ser holístico para que genere un verdadero bienestar personal y la extrapolación al colectivo. Asimismo, en la medida que comprendamos que el mundo es cuántico en lugar de dual.


La alfabetización emocional es una necesidad que urge, no solo como una cátedra sino como una praxis que lleve a la humanidad a un mínimo de conciencia colectiva que permita la compresión personal y del prójimo para evolucionar de manera conjunta con lo científico o tecnológico y que redunde en un verdadero desarrollo y bienestar del ser.


3 comentarios:


  1. Estamos de acuerdo, al ser humano le cuesta más buscar en lo íntimo de su ser, desconociendo que allí están las respuestas

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    1. Sí, las respuestas están en nuestra información inconsciente, en nuestras emociones, pero falta más cátedra sobre el asunto. Gracias por el comentario.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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