Es común pensar que por el
hecho de profesar una determinada creencia o filosofía de vida, se logran los
cambios personales y mejorar la vida; sin embargo, en ciertas oportunidades
hemos observado personas que siendo muy “religiosas o espirituales”, obran de
forma contraria a los principios o preceptos que profesan; dicho comportamiento
causa gran decepción en especial para aquellos que somos sus seres queridos o
amigos, máxime cuando en algún momento han tratado de convencernos mediante la
prédica de “la verdad”, pretendiendo inducirnos a su religión, secta, grupo o ideología.
Dichas personas creen o quieren hacer creer que su dogma las ha cambiado,
mostrándose como su doctrina les indica o como ellos quisieran ser. El
mencionado auto-engaño genera en el sujeto, represión de emociones; por esta
razón, quedan en evidencia ante ciertas circunstancias, mostrando las acequias
que quieren ocultar. La prédica se desvanece entre las emociones que se
apropian de sus actos y terminan procediendo en una flagrante violación a los dogmas
que abrigan.
El adoptar una filosofía o
doctrina de vida o pertenecer a algún grupo con modo común de expresar la fe o método para buscar a Dios, la paz
interior o el paraíso; no es un garante para conseguir un cambio personal. El hecho
de creer, participar de eventos y leer libros, es solo el comienzo del camino y
quedarnos atrapados en esta fase es una forma de evadir la responsabilidad con
nosotros mismos. En realidad estamos abandonando los principales propósitos para
mejorar nuestra vida, como: conocernos a nosotros mismos, identificando tanto
las miserias como las riquezas que poseemos; sanar y aceptar con profundo amor
la realidad de nuestra vida; adquirir la habilidad para cambiar aquello que no
somos y minimizar aquellas debilidades que lastiman, entre otras. Cuando nos
alejamos de nosotros mismos y exclusivamente nos enfocamos hacia personificaciones
o entes externos (Dios, maestro, guía, filosofía), lo que posiblemente conseguiremos
será motivación prestada y momentánea y el objetivo de cambiar, se esfumará.
Las creencias, la filosofía o
los conceptos corresponden al intelecto; por tanto hasta que estos no toquen las
emociones (el inconsciente) los verdaderos cambios no se producirán. Antes que
nada necesitamos salir del analfabetismo emocional, encaminándonos a peregrinar
en nuestro interior.
El desarrollo integral del ser
humano presenta diferentes escalas, la escala inicial empieza por identificar
que no somos solo un pedazo de carne que se mueve y piensa, en esta fase
buscamos la religión para satisfacer el vacío del no-ser, luego viene el
proceso de relacionarse con las emociones para conocerse y sanar, aquí es donde
empezamos a necesitar la conexión espiritual primero con nosotros y luego con Dios,
Divinidad, Fuente Universal, etc.
Todo lo expuesto permite
recapacitar acerca de lo que estamos haciendo para cambiar y mejorar nuestra
vida y a la vez comprender las diferentes fases de desarrollo del ser, para
poder respetar el proceso propio y el de los demás. Concebir a las personas que
hemos descrito en el primer párrafo, es aceptar que su desarrollo se encuentra
en las escalas del no-ser y posiblemente estén atrapadas o necesiten quedarse allí;
no obstante si la mencionada situación sigue causando malestar es porque a lo
mejor se esté compartiendo el mismo escalón,
no obstante, esta reflexión servirá para penetrar sobre sí mismo y empezar el
proceso de peregrinaje interior. La comprensión consciente (sin engaños y evasión)
es sinónimo de evolución: “cuanto existe
sabiduría, mayor humildad y comprensión”.
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