Cuando deseamos tonificar
nuestro cuerpo, sabemos que requerimos emprender una serie de acciones que nos
conduzcan a tal objetivo. Entre estas,
necesitamos en primera medida empezar a acudir regularmente al gimnasio y luego,
cambiar hábitos alimenticios, leer información sobre el tema y contagiarnos de
aquellas personas que hayan conseguido los resultados, posiblemente terminemos
rodeados de amigos que se identifiquen con el mismo objetivo. Algunos consiguen
el entusiasmo para darse a dicha tarea, al verse en el espejo o en el momento
de iniciar una nueva relación o simplemente querer verse diferente y sin duda
una buena época para hacerse metas es el comienzo del año, todos estos son unos
buenos propulsores para motivarse para conseguir este objetivo. No obstante algunos
abandonan cuando aparece el dolor muscular, la pereza o el menor obstáculo.
Aquellos que con templanza logran
cambiar los hábitos son los que consiguen los resultados. Si continuamos
haciendo lo que estamos haciendo, los resultados serán los que estamos
obteniendo, pero si queremos cambiar los resultados, entonces necesitamos modificar
las acciones y pensamientos que generan los mismos. Las anteriores son
expresiones conocidas y ampliamente comprobadas, sin embargo es frecuente
observar que un considerable número de personas presentan este tipo de actitud;
querer los resultados sin pasar por el debido proceso. Es sencillo para el colectivo en general, entender
que sí desean tonificar su cuerpo, necesitan emprender acciones como las que
hemos mencionado, no obstante aún es difícil entender que cuando se anhela
cambiar algún conflicto personal, entonces se requiere emprender un conjunto de
hechos que permitan modificar ciertos hábitos y adquirir determinadas
habilidades para conseguir su objetivo, de ahí que tomemos este ejemplo para
explicar esta consideración sobre lo que significa conseguir “MUSCULO EMOCIONAL”.
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