La queja es una forma para
denotar descontento sobre algún aspecto de nuestra vida; la cual en ciertas ocasiones
es necesaria y justificada, pero cuando se establece “porque si”, es una
actitud que busca manipular. En este artículo me quiero referir precisamente a “la
queja” como una forma inconsciente de “satisfacer”
algunas necesidades emocionales. Dicha manipulación se puede identificar con
características como: la frecuencia, la alevosía y el reconforte. Para
explicarlo, veamos cada una por separado:
La Frecuencia: como la palabra lo dice, es cuando sucede de forma
reiterada, una constante en la vida de una persona, aquí encontramos a aquel
individuo que nada le gusta; si llueve se queja, si hace sol, también. Son
personas que buscan razones para emitir quejas. En una oportunidad, coincidí
con una vecina que usualmente se quejaba sobre su mal estado de salud, ese día
la vi caminando bien y normal, entonces le dije: —me alegra verla tan
bien—entonces ella respondió: —sí, pero tengo una gripe — es la respuesta
típica de alguien que utiliza la queja con frecuencia para manipular.
La alevosía: es cuando alguien planifica y se empeña en demostrar
que su actitud está justificada, busca
obsesivamente asuntos que le obliguen a quejarse, un ejemplo lo encontramos en aquella
persona que vive pensando en las tragedias que podrían suceder. En una ocasión conocí
una mujer que tenía una empresa en sociedad con su marido, ella vivía averiguando
todo tipo de leyes para cuando se separara de su marido, decía que se preparaba
para que “él no fuera a aprovechase de ella”. Pasados unos años, la encontré en
un gimnasio y me contó que se había separado de su marido y que “menos mal que
ella tenía todo controlado”, dijo. A continuación, se despachó a quejarse de su
marido como habitualmente lo hacía; “ahora sí que estaban justificadas”. Son personas
que atraen situaciones para quejarse, planifican y buscan razones para
continuar haciéndolo.
El reconforte: aquí encontramos a individuos que se sienten
satisfechos cuando su queja da resultados, por ejemplo si se queja de la lluvia
y se llegan a presentar inundaciones, dirá: —
¡si ven! lo que yo decía ¡la lluvia es horrorosa!
Las personas que manipulan
mediante la queja, en el fondo demandan: atención, aprobación y amor. La
próxima vez que te encuentres con un “quejicas” regálale una sonrisa, un
abrazo, una muestra de cariño pero si ya
estás hasta la coronilla de sus quejas, entonces le puedes decir con afecto: ¿Cómo
te puedo ayudar a solucionar eso? ¿Te sientes mejor cuando te quejas?, ¿para
qué te quejas?; pero eso sí, no le escuches por mucho tiempo porque terminarás
quejándote, deprimido, enojado, lo mínimo es que desperdicies tu tiempo; ya que
cuando tratas de cambiar su actitud dándole argumentos positivos, usualmente el
sujeto tendrá un argumento opuesto al tuyo, a menos que se haga consciente.
La queja utilizada para
manipular, indispone al manipulado, robándole energía, bienestar y tranquilidad; convivir con un “quejicas”
puede agotar a las personas que están a su alrededor.
En cantidades de ocasiones “la
queja” es improductiva así no sea para manipular, en especial cuando está fuera
de nuestro alcance; en lugar de quejarnos es mejor buscar soluciones y actuar, también
evaluar que actitudes nuestras están atrayendo la situación; tratando de
cambiar lo que se pueda o aceptando lo que no se pueda.
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