miércoles, 9 de julio de 2014

La queja: una forma de manipular

La queja es una forma para denotar descontento sobre algún aspecto de nuestra vida; la cual en ciertas ocasiones es necesaria y justificada, pero cuando se establece “porque si”, es una actitud que busca manipular. En este artículo me quiero referir precisamente a “la queja” como una forma inconsciente de “satisfacer” algunas necesidades emocionales. Dicha manipulación se puede identificar con características como: la frecuencia, la alevosía y el reconforte. Para explicarlo, veamos cada una por separado:

La Frecuencia: como la palabra lo dice, es cuando sucede de forma reiterada, una constante en la vida de una persona, aquí encontramos a aquel individuo que nada le gusta; si llueve se queja, si hace sol, también. Son personas que buscan razones para emitir quejas. En una oportunidad, coincidí con una vecina que usualmente se quejaba sobre su mal estado de salud, ese día la vi caminando bien y normal, entonces le dije: —me alegra verla tan bien—entonces ella respondió: —sí, pero tengo una gripe — es la respuesta típica de alguien que utiliza la queja con frecuencia para manipular.

La alevosía: es cuando alguien planifica y se empeña en demostrar que su actitud está justificada,  busca obsesivamente asuntos que le obliguen a quejarse, un ejemplo lo encontramos en aquella persona que vive pensando en las tragedias que podrían suceder. En una ocasión conocí una mujer que tenía una empresa en sociedad con su marido, ella vivía averiguando todo tipo de leyes para cuando se separara de su marido, decía que se preparaba para que “él no fuera a aprovechase de ella”. Pasados unos años, la encontré en un gimnasio y me contó que se había separado de su marido y que “menos mal que ella tenía todo controlado”, dijo. A continuación, se despachó a quejarse de su marido como habitualmente lo hacía; “ahora sí que estaban justificadas”. Son personas que atraen situaciones para quejarse, planifican y buscan razones para continuar haciéndolo.

El reconforte: aquí encontramos a individuos que se sienten satisfechos cuando su queja da resultados, por ejemplo si se queja de la lluvia y se llegan a presentar inundaciones, dirá: — ¡si ven! lo que yo decía ¡la lluvia es horrorosa!

Las personas que manipulan mediante la queja, en el fondo demandan: atención, aprobación y amor. La próxima vez que te encuentres con un “quejicas” regálale una sonrisa, un abrazo, una  muestra de cariño pero si ya estás hasta la coronilla de sus quejas, entonces le puedes decir con afecto: ¿Cómo te puedo ayudar a solucionar eso? ¿Te sientes mejor cuando te quejas?, ¿para qué te quejas?; pero eso sí, no le escuches por mucho tiempo porque terminarás quejándote, deprimido, enojado, lo mínimo es que desperdicies tu tiempo; ya que cuando tratas de cambiar su actitud dándole argumentos positivos, usualmente el sujeto tendrá un argumento opuesto al tuyo, a menos que se haga consciente.  

La queja utilizada para manipular, indispone al manipulado, robándole energía, bienestar y tranquilidad; convivir con un “quejicas” puede agotar a las personas que están a su alrededor.

En cantidades de ocasiones “la queja” es improductiva así no sea para manipular, en especial cuando está fuera de nuestro alcance; en lugar de quejarnos es mejor buscar soluciones y actuar, también evaluar que actitudes nuestras están atrayendo la situación; tratando de cambiar lo que se pueda o aceptando lo que no se pueda.


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