viernes, 12 de mayo de 2017

¿Es contraproducente la dependencia?

Se escucha o se lee con frecuencia que la dependencia y el apego son conductas que ocasionan conflictos en la vida de una persona. La realidad es que cierto número de individuos presentan confusión al distinguir conceptualmente los dos términos, e identificar al mismo tiempo, si las consecuencias de actuar de una manera u otra pueden generarle un conflicto. A la luz de lo anterior, me voy a permitir reparar en este artículo sobre el significado emocional de los mismos. De esta forma, aclararlos y propiciar un ambiente adecuado para el reconocimiento y la justa aplicación en la vida de una persona. 


El apego es una emoción que inclina a una persona a mantenerse en vínculo constante con una situación, objeto, sujeto, sustancia u ente; busca en aquello: seguridad, satisfacción, tranquilidad, relajación, etc., en fin, pretende colmar con esto una sensación de vacío interior que ostenta.  Cuando la persona pierde el contacto con dicho elemento (en casos extremos), se puede sentir frustrada y desesperada; posibilitando el desencadenamiento de una obsesión, algún bloqueo emocional e incluso la muerte, en casos de adicción a alguna sustancia alucinógena.

La dependencia es una necesidad natural e instintiva que permite a un ser humano sobrevivir, sentir protección, lograr metas y sueños; es una respuesta a una necesidad mayor, LA UNIDAD. Hacemos parte de un ecosistema y somos a la vez otro ecosistema; en otras palabras, todos los seres estamos conectados y necesitamos unos de otros para desarrollarnos en este universo. Somos dependientes desde la concepción hasta que envejecemos; de pequeños necesitamos de forma indispensable a nuestros padres, y de adultos, seguimos dependiendo de los demás para sobrevivir física (jefe, empresa, cliente, colegas, empleados, sociedad, estado, etc.), emocional (pareja, hijos, familia, amigos, conocidos, vecinos, etc.,) y espiritualmente (iglesia, comunidad, Dios, Divinidad, el sol, etc.). Lo anterior representa que, solos difícilmente podríamos desenvolvernos y sobrevivir en este mundo.

De acuerdo a lo observado, podemos sintetizar:

La dependencia es un instinto natural de supervivencia, por tanto, una necesidad implícita en cualquier ser humano, hace parte de la vida y requerimos reconocerla y aceptarla como tal. Es un impulso que nos induce a la cooperación y el trabajo en equipo. Lo natural es que nos asociemos en procura del bienestar colectivo y particular. Todas las personas requerimos un clan para sentirnos protegidos. Mientras que el apego, se origina en los profundos vacíos emocionales que ostenta una persona. La avidez de los mismos, abocan a la obsesión, la compulsión y/o a la adicción. Como ejemplos de lo anterior tenemos: el alcoholismo, la drogadicción, la potomanía, nomofobia, vigorexia, etc. Dichas acciones o afecciones se consolidan en la mente de alguien como “indispensables” para vivir, pero en realidad son un placebo emocional, un distractor o evasor de un vació interior profundo. Como ejemplo de lo anterior tenemos: el vacío de pareja, sexual, de afecto, atención materna o paterna, etc.

Identificar la diferencia emocional entre estos dos términos es determinante para saber de qué manera nos estamos comportando, si estamos siendo dependientes o apegados. De tal forma que aprendamos a conocernos a nosotros mismos; consiguiendo aceptar la dependencia y/o reconocer cuando vamos o estamos en el camino de la obsesión, la compulsión, o la adicción. La mesura significa equilibrio. Los extremismos o exageraciones según Buda, son el origen del sufrimiento humano.


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