Se escucha o se lee con
frecuencia que la dependencia y el apego son conductas que ocasionan conflictos
en la vida de una persona. La realidad es que cierto número de individuos
presentan confusión al distinguir conceptualmente los dos términos, e
identificar al mismo tiempo, si las consecuencias de actuar de una manera u
otra pueden generarle un conflicto. A la luz de lo anterior, me voy a permitir
reparar en este artículo sobre el significado emocional de los mismos. De esta
forma, aclararlos y propiciar un ambiente adecuado para el reconocimiento y la
justa aplicación en la vida de una persona.
El apego es una emoción que inclina a una persona a mantenerse en vínculo
constante con una situación, objeto, sujeto, sustancia u ente; busca en aquello:
seguridad, satisfacción, tranquilidad, relajación, etc., en fin, pretende colmar
con esto una sensación de vacío interior que ostenta. Cuando la persona pierde el contacto con dicho
elemento (en casos extremos), se puede sentir frustrada y desesperada;
posibilitando el desencadenamiento de una obsesión, algún bloqueo emocional e
incluso la muerte, en casos de adicción a alguna sustancia alucinógena.
La dependencia es una necesidad natural e instintiva que permite a un
ser humano sobrevivir, sentir protección, lograr metas y sueños; es una
respuesta a una necesidad mayor, LA
UNIDAD. Hacemos parte de un ecosistema y somos a la vez otro ecosistema; en
otras palabras, todos los seres estamos conectados y necesitamos unos de otros
para desarrollarnos en este universo. Somos dependientes desde la concepción
hasta que envejecemos; de pequeños necesitamos de forma indispensable a
nuestros padres, y de adultos, seguimos dependiendo de los demás para sobrevivir
física (jefe, empresa, cliente, colegas, empleados, sociedad, estado,
etc.), emocional (pareja, hijos, familia, amigos, conocidos, vecinos,
etc.,) y espiritualmente (iglesia, comunidad, Dios, Divinidad, el sol,
etc.). Lo anterior representa que, solos difícilmente podríamos desenvolvernos
y sobrevivir en este mundo.
De acuerdo a lo observado,
podemos sintetizar:
La dependencia es un instinto natural de supervivencia, por tanto, una
necesidad implícita en cualquier ser humano, hace parte de la vida y requerimos
reconocerla y aceptarla como tal. Es un impulso que nos induce a la cooperación
y el trabajo en equipo. Lo natural es que nos asociemos en procura del
bienestar colectivo y particular. Todas las personas requerimos un clan para
sentirnos protegidos. Mientras que el
apego, se origina en los profundos vacíos emocionales que ostenta una
persona. La avidez de los mismos, abocan a la obsesión, la compulsión y/o a la
adicción. Como ejemplos de lo anterior tenemos: el alcoholismo, la
drogadicción, la potomanía, nomofobia, vigorexia, etc. Dichas acciones o
afecciones se consolidan en la mente de alguien como “indispensables” para
vivir, pero en realidad son un placebo emocional, un distractor o evasor de un
vació interior profundo. Como ejemplo de lo anterior tenemos: el vacío de pareja,
sexual, de afecto, atención materna o paterna, etc.
Identificar la diferencia emocional
entre estos dos términos es determinante para saber de qué manera nos estamos
comportando, si estamos siendo dependientes o apegados. De tal forma que aprendamos
a conocernos a nosotros mismos; consiguiendo aceptar la dependencia y/o reconocer
cuando vamos o estamos en el camino de la obsesión, la compulsión, o la
adicción. La mesura significa equilibrio. Los extremismos o exageraciones según
Buda, son el origen del sufrimiento humano.
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