Esta es una pregunta que muchas
personas se hacen cuando leen o escuchan la palabra “aceptación”, la cual es una
de las principales virtudes que necesitamos cultivar, para conseguir crecer o
mejorar en algún aspecto interior o personal de nuestra vida. Es común que
cuando la escuchemos, inmediatamente la asociemos con resignación. Por esto;
quiero profundizar un poco sobre las diferencias que existen entre los dos
términos, veamos: primero, necesitamos saber que aunque su significado es
similar; desde el punto de vista del crecimiento personal, son bien distintas. “La
resignación” encarna abandonar la lucha, bajar los brazos y la cabeza; declinando
así, cualquier posibilidad de cambio, se trata de conformarse con una vicisitud,
situación o condición. Mientras que la aceptación equivale a un proceso que
consiste en: identificar, luego reconocer, después cuestionar y por último, cambiar (en el
supuesto de que el asunto esté en nuestras manos). Esto último lo denominamos “aceptación
activa”; que quiere decir que con todo el amor y sin reproche, procedemos a
sanar con el hecho y a reparar, sí hemos ocasionado daño a terceros.

Ahora, cuando la solución no se
encuentra en nuestras manos, entonces aquí retomaremos lo que significa “resignación”
o también “aceptación pasiva”. Por ejemplo en sucesos como el clima, las
catástrofes naturales, los conflictos armados (por lo general fuera de nuestro
alcance), la maldad de otros y las acciones, palabras y pensamientos de los
demás; necesitamos adquirir una actitud de amor, respeto, compasión y quietud.
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